“Cada hombre es lo
que hace, con lo que hicieron con él” (J.P. Sartre), es el pensamiento filosófico
de un gran escritor contemporáneo francés, pero por ser extranjero no podemos
decir que su premisa no se pueda aplicar a la realidad peruana bajo el pretexto
que somos originales y tenemos una propia concepción de lo que es el desarrollo
de la sociedad humana.
Todos ansiamos tener en nuestra sociedad personas educadas,
civilizadas, correctas, generosas y empáticas.
Si hacemos que nuestros niños vivan en un ámbito de carencia
afectiva, intelectual y moral, cuando sean grandes nos harán las barbaridades que
permitimos que se haga con ellos.
Si a nuestros hijos les enseñamos que para ser líder en el
colegio tienen que ser cínicos, buleros, arribistas, coimeros, cuando sean grandes
serán los gobernantes corruptos, los cuellos blancos del poder judicial, los
funcionarios públicos que sobrevalorarán las compras, los traficantes de
influencias.
Si a nuestra juventud no se le potencia, incentiva y
protege, que vamos a esperar más tarde, no serán solidarios para con los viejos,
pedirán no pagar sus fondos de retiro o exigirán que se les devuelva sus
aportes, para no bancar las pensiones de los mayores.
Si la nuestros jóvenes los acostumbramos a recibir permanentemente
la ayuda del gobierno, entregándoles dinero, víveres, medicinas, pagándoles las
luz, el agua. Crearemos una generación de incompetentes, ociosos, inservibles y
facilistas.
Si los pensadores, políticos y gobernantes no consideran
pertinente el aporte que el pensamiento filosófico puede proveer y actúan bajo
sus arcaicas estructuras mentales, aferradas a rígidas concepciones heredadas
de una sociedad decadente, improvisada, los mejores esfuerzos que se hagan no tendrán
resultados para construir una sociedad justa, equitativa, competitiva y
globalizada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario