martes, 1 de octubre de 2013

VISIÓN GEOESTRATÉGIA Y GEOPOLÍTICA DEL PODEROSO IMPERIO DE LOS INCAS


Las extraordinarias obras milenarias que nos han legado los incas nos dan una prueba incontrastable de que el imperio incaico fue una superpotencia, ingenieros y  constructores cuyos trabajos hasta la fecha y pese al vertiginoso avance tecnológico no han podido ser igualados, invirtieron mucha energía en producir y reproducir su territorio, mediante una sofisticada diplomacia convencieron a los pueblos vecinos para absorber pacíficamente sus modos de vida y  su cultura.
Para mantener la paz y conquistar aquellos pueblos en estado de convulsión los incas disponían de un poderoso ejército, cuyas técnicas, tácticas y estrategias sorprenden a los expertos militares, por su capacidad de movimiento en zonas extensas, su flexibilidad para diseñar modalidades de lucha en todo tipo de terreno, dominio absoluto de las accidentadas e impenetrables alturas que configura la accidentada cordillera de los andes,  elevadas montañas que se encuentran a más de cinco mil metros sobre el nivel del mar, la potencia de sus armas clasificadas como letales, les dieron el dominio absoluto del continente americano.
En el campo geoestratégico se esforzaron sin cesar para establecer y disponer de una extraordinaria red de caminos,  que en la época no existía en el viejo continente, amplias avenidas donde transitaban miles de soldados y bestias de carga transportando millones de toneladas en abastecimientos, para atender a las poblaciones en situación crítica, estaciones escalonadamente ubicadas a lo largo de los caminos para el descanso de los viajeros adornaban las sendas, le daban al inca la capacidad de gobernar el imperio en tiempo real.   
La construcción de fortalezas militares y grandes ciudades llamadas réplicas del cusco a lo largo y ancho del imperio aseguraba la supremacía incaica, poderosas obras de arte en zonas estratégicas, señalización y demarcado de fronteras mediante ciclópeos hitos de piedra, denominados marcadores espaciales.
Su extraordinaria cultura de seguridad de sus informaciones les permitía enclavar sus comunicaciones, hasta la fecha indescifrables, mensajes en clave reproducidos en telares, vasijas, piedras y metales preciosos y hasta en las robustas espaldas de los guerreros eran interpretados por expertos criptógrafos.
Sistemas de coordenadas geográficas radiales señalaban con precisión los cuatro suyos y orientaban a las expediciones militares, itinerantes y mensajeros con puntualidad, asegurando la rapidez y velocidad para la llegada oportuna de las informaciones y abastecimientos en tiempo reducido.
El poderoso ejército real estaba diseminado a lo largo y ancho de los cuatro suyos, cada una de las principales regiones disponía de sus propias fuerzas armadas, en época de paz cumplían funciones policiales, estaba constituido por generales con amplia experiencia en operaciones de combate, los oficiales que comandaban las tropas eran rigurosamente escogidos y pertenecían a las familias de la realeza, el servicio militar era obligatorio desde los dieciocho a los cincuenta años, la preparación de los combatientes era sumamente rigurosa, en el Cusco y Quito se ubicaban las dos prestigiosas escuelas de formación de oficiales.
El espíritu guerrero y liderazgo eran requisitos para los conductores de las tropas, hombres temerarios y decididos, carácter fuerte y explosivo, decisión y convicción, altos estándares de  formación física e intelectual caracterizaban a los oficiales y soldados de las fuerzas especiales, denominadas tropas de asalto.
La selección étnica les permitía disponer de individuos genéticamente fuertes y resistentes cuya presencia influía sicológicamente a los contrincantes, buscaron mantener y perennizar el biotipo  del inca, para replicar su estatura mayor a un metro ochenta centímetros y peso sobre los ochenta quilos, es así que el inca por su condición de ser sagrado tenía varias esposas y entre los hijos de las esposas se consentían los matrimonios.
El traslado y reasentamiento de las poblaciones se realizaba para establecer ciudades cerca a sus caminos y con fines militares, asegurar la influencia y control de las poblaciones por el imperio,  entremezclar las culturas bajo el primado de la incaica, respetando las peculiaridades culturales de cada nación.
El paradigma inca postulaba la geografía y medio ambiente por su adoración a la naturaleza, amplias zonas eran declaradas como lugares sagrados fuera de cualquier tipo de contaminación, eran muy rigurosos en los castigos y sanciones para quienes contaminaban los ríos, arroyos y zonas pobladas, pues era prioridad mantener alejadas a las enfermedades y epidemias.
El culto a los muertos que les imponía su religión les obligaba a venerar sus difuntos en grandes fortalezas y santuarios, con las atenciones y servidumbres que disponían cuando estaban vivos, grandes ceremonias y sacrificios de animales se realizaban para venerarlos, esta realidad niega los informes de los cronistas españoles que informaron a la corona que  los incas hacían tambores con las pieles de sus muertos, dicho sea de paso nunca se encontró en los restos incaicos tambores confeccionados con piel humana.
Imponer un idioma común por todo el imperio fue una estrategia geopolítica para unificar el imperio, asegurando la precisa comunicación en todas y cada una de las latitudes del extenso territorio, diseminar la cultura y la educación con prioridad a la investigación y desarrollo tecnológico.
La potente filosofía del imperio que postulaba el  Ama Sua (no seas ladrón); Ama Llulla (no seas mentiroso) y Ama Quella (no seas flojo). Son principios milenarios que sintetizan de manera extraordinaria la moral de los majestuosos incas,  para alejarlos de la  desidia, avaricia, maldad y egoísmo.

LA PLUMA DE MAX