Hoy me levante pensando en la gran cantidad de venezolanos
que los encuentro en centro de Lima vendiendo las famosas “arepas” y “bombas
venezolanas”, por lo que veo, son personas que en términos de educación y
cultura no exteriorizan sus capacidades. Por el contrario demuestran sus destrezas
para adecuarse rápidamente al contexto de la informalidad y el desorden
existente en estos parajes.
Cada país tiene el derecho y deber de trazar su propio
destino, tiene derecho a equivocarse de rumbo, orientarse a la derecha o a la
izquierda, tiene el legítimo derecho de aceptar o ahuyentar los capitales
extranjeros, tiene derecho a enfrentar sus problemas, enfrentar a su manera a
sus corruptos, terroristas y narcotraficantes.
Cada país es libre de recibir refugiados, asilados o
amparados para protegerlos y cuidarlos, ese compromiso es sin condiciones, pero
también debe estar en capacidad de tolerar a estas personas y no aburrirse de
ellos y después estar buscando desesperados para que estos se regresen a su país.
Un país respetuoso de las normas internacionales debe
observar con criterio el desarrollo social del otro país así se encuentre en situación
de crisis politica y económica y no intervenir activamente en dicho desarrollo
pues se está metiendo en la famosa “jugada critica”, que solo le puede traer más
maleficios que beneficios.
Pensando geopolíticamente, las inversiones extranjeras en América
del Sur por muchas décadas estuvieron concentradas en Brasil y Venezuela, ahora que estos países se torcieron
a la izquierda, los capitales internacionales han girado la mirada hacia el Perú,
Chile y Colombia que ofrecen mayor seguridad y condiciones de estabilidad, el querer intervenir en asuntos
internos de Venezuela con la finalidad de que cambie de rumbo hacia la derecha,
es despedirse de esta primavera de inversiones, pues ellas apuntarían a la
Venezuela capitalista.
Yo mismo me pregunto y me respondo, porque buscamos
enfrentarnos a Maduro, no será que buscamos continuamente insultos irrepetibles
por parte de este energúmeno y su boca bonita de su canciller, no será que
queremos tapar la actual coyuntura local que se está viviendo.
La huelga de docentes y médicos está tomando proporciones
inmanejables, pérdidas de vidas en hospitales, embrutecimiento y adormecimiento
de nuestros estudiantes. La nueva generación de los pensionistas mendigos que
los gobiernos delincuenciales han creado, es una muestra que demuestra que
nuestra sociedad se está pudriendo. La galopante corrupción enquistada de raíz en
nuestro país dirigida y comandada por los presidentes y sus lacayos.
Sin embargo estamos vendiendo bonos por miles y millones de dólares
para gastar en elefantes blancos, pudiendo mejorar el salario de los médicos y
docentes, por el contrario al mejorarles sus ingresos, tendrían mayor capacidad
de gasto para dinamizar la economía.
Con los pecados mortales cometidos por los gobernantes de
los últimos veinte años se están dando las condiciones para una gran protesta
social, pues el pueblo ya no tolera tanta inmundicia o acaso no queremos darnos
cuenta que se está germinando la formación de movimientos rebeldes que pudieran
poner en riesgo nuestra débil democracia.
Una pequeña luz de esperanza se vislumbra en el fondo del túnel,
pues al tener fiscales y jueces que se comprometen en la lucha contra los
corruptos, que no les tiembla la mano para meter presos a los que gobernaron
bajo la sombra del crimen y la ilegalidad, están garantizando que este país se
puede recuperar del cáncer y seguir adelante con energía y humildad sobre todo.
Solo la educación salvará al Perú
LA PLUMA DE MAX