No soy apocalíptico, tampoco
emisario maya o pesimista conspicuo, tampoco
soy economista, periodista o abogado, soy militar en retiro y docente universitario.
Pero creo que es necesario fijarse en la cruda realidad, así nos duela.
No existe economía que haya
soportado tanta inflexión, tanta improvisación, tremenda corrupción y falta de
planificación. Estamos desaprovechando nuestra oportunidad de oro, quizá sea la
única vez en nuestra historia que tengamos algo de dinero en las arcas del
estado.
El despilfarro es inmenso, estamos
construyendo elefantes blancos, inmensos aeropuertos, grandes campos de futbol,
monumentos al sombrero, frágiles trenes aéreos en un país altamente sísmico,
playas que se convierten en acantilados, magníficas construcciones de cartón.
Todo está en concesión y el concesionario
del peaje, del metropolitano o del tren, cuando se le da la gana eleva sus
tarifas. Algunos pueblos indignados queman los peajes. Por si acaso soy docente
en Huachipa y todos los días pago peaje tanto de ida como de vuelta.
Los mismos que gobernaron con Prado,
Odría, Belaunde, García, Fujimori, Toledo, son los que ahora nos gobiernan,
protegiendo sus bancos, sus empresas, sus inversiones y sus intereses.
Estamos acostumbrados a vivir con
una clase de ricos pequeña y muchísimos pobres alrededor y con una clase media
inexistente. Somos parte de la región con la mayor desigualdad del hemisferio.
Vivimos mayormente de la
extracción de nuestros minerales que ya se están acabando y algunos aportes del
narcotráfico y mineros ilegales.
Los medios de comunicación son cómplices
obligatorios, pues viven de sus anunciantes, nos pintan la situación de
maravilla, nos dicen que nuestra economía es la más fuerte y sólida del mundo, anuncian
que el crecimiento económico es el más alto del sistema planetario, que las
inversiones están al tope, sin embargo las regiones ya no tienen canon, la
basura sigue acumulándose en las calles, millones de pobres extremos piden más
comida y asistencia. Son los mercenarios del optimismo.
Los políticos se creen filósofos,
un tío salió a decir que “la inseguridad
ciudadana era una sensación”, que pendejo. Otro tío salió a decir que la
PCM es un “cajón de sastre”, querrá
que el sargento Mamani le solucione los múltiples problemas del gobierno.
Nuestra principal tarea en estos últimos
años ha sido desmantelar nuestras fábricas e industrias, nuestras instituciones, nuestras universidades,
nuestros grandes ingenios y cooperativas agrícolas.
De ser una sociedad bruta, hoy
con unos cuantos dólares en el bolsillo nos creemos que pertenecemos a la elite
intelectual y progresista. Sin embargo somos los que nos escapamos del trabajo,
huimos de las responsabilidades, no nos gusta laborar, queremos sueldos de
gerentes trabajando menos que el huachi.
Nos gusta vivir mal, nos
acostumbramos a ser marginales, por nuestro costado pasa el traficante, el
vendedor de droga, el endemoniado chofer de combi, el taxista delincuente y violador,
el policía coimero, el carterista y el cogotero, el bujillero (nuevo término,
ojo real academia). Le compramos al pirata y al informal. Hacemos shopping en
la Cachina, San Jacinto, Malvinas, el Hueco y todo tipo de polvos. Nuestro
lema: “Si me viste fue un chiste, si no me viste te jodiste”.
Nunca participamos o nos
preocupamos por tener una mejor sociedad, no intervenimos en política, porque
nuestra indiferencia es patológica.
La figura de pensionistas aportantes
se está convirtiendo en pensionistas asistenciales, estamos creando miles de desocupados a sueldo a costa de ¿Quiénes? Es la
gran pregunta.
Si esta situación no cambia y
persiste, en nuestro vocabulario estaremos empleando algunas de las siguientes
palabras: Deuda externa impagable, corralito, pasar los ahorros en dólares a
soles, deterioro brutal de las condiciones de bienestar, salud y educación.
Hace una década los medios de comunicación
de España en grandes titulares decían que los bancos españoles eran los más
fuertes del mundo y que su economía era más sólida que la de Alemania.
Les pido solo que miren la
escalofriante y decadente situación de España, Portugal y Grecia. Hoy España
necesita para rescatar su economía 400
mil millones de Euros, ese dinero no lo tiene ningún banco o ningún país del
mundo.
Se requiere una revolución pero
las revoluciones siempre han tenido un alto costo social. Algunos tendremos que
sacrificarnos.
Ya tenemos un presidente en la cárcel,
pero ningún economista o financista estatal está en la cárcel. Alemania tiene
más de una docena de economistas presos.
La gran pregunta que les formulo es: ¿Nuestros hijos podrán vivir igual
que nosotros o nuestros padres?
LA PLUMA DE MAX